Oí a este castor antes de verlo. Unos fuertes sonidos de mordisqueos provenían de la casa de campo, como si alguien estuviera tallando madera. Había cuatro castores en total - dos adultos y dos jóvenes. A veces, el más joven producía unos sonidos de llanto y uno de los adultos le daba una ramita para masticar. Los observé hasta que estuvo demasiado oscuro para ver, y luego los dejé que disfrutaran de su noche de mastique. Fotógrafa: Elizabeth Flory