Después de dos veranos en Glacier Bay, desarrollé un gran interés por las aves. Desde la cubierta de enormes barcos cruceros, estaba al acecho de especies interesantes y raras. Hay algunas aves que se ven todos los días, como las palomas araos colombinos blancas y negras, pero siempre quise ver algo nuevo y diferente. Esto cambió con mi primer viaje largo en kayak por la bahía, cuando pasé remando cerca de un acantilado donde anidaban los araos colombinos. Tuve que detenerme, fascinado de asombro. Los aburridos pajaritos que siempre había tachado de mundanos desde la perspectiva del barco crucero, cobraron vida en una oleada de encanto carismático. Juguetones, energéticos y ruidosos, los araos se perseguían unos a otros, nadando en círculos con sus patas escarlatas, y zureando con sus picos rojos y bien abiertos. La observación de aves se convirtió en algo más que la simple búsqueda de nuevas especies. Se convirtió en una búsqueda de comprensión, apreciación y gozo en el mundo de las aves. Fotógrafa: Emily Mount