Existe un no sé qué en la graciosa energía contenida del venado de cola negra de Silka, que hace que te inmovilices para evitar que huya asustado. A veces los veo desde la ventana de la cocina, mientras hurgan por entre los arbustos, y me convierto en estatua, deseando que se queden más tiempo. Sus orejas puntiagudas se mueven al percibir los sonidos de su alrededor, y mis ojos los siguen hasta que en algún momento desaparecen.
There is something about the graceful wound up energy of the Sitka blacktail deer that makes you want to be still so as not to send it bounding off back into the forest. I sometimes see them peering out the bushes from our kitchen window and I freeze, wanting them to stay. Their tall ears flick and turn, responding to sounds I can’t hear. My eyes follow as long as they can, but the deer always vanishes. Photographer: Elizabeth Flory