Conforme los glaciares se retiran, dejan detrás una estela de rocas de todos los tamaños. Aquí, el agua fluye a través de ellas y forma cascadas con innumerables graderías. Para lograr esta toma, monté el trípode y dejé que el agua corriente pintara el cuadro. Decidí dejarla en blanco y negro, ya que la verdadera belleza de la imagen no está en su color, sino en el agua que fluye en contraste con la roca. Fotógrafo: Sean Neilson