Polluelos de cuervo común recién nacidos e instalados en un bello y elaborado nido hecho de pelo de ciervo y musgo, encaramado en una cornisa del acantilado. Dormían profundamente bajo el sol, hasta que una sombra o el ruido de una ramita al romperse, los trajo de nuevo a la vida, con sus bocas abiertas, graznando y esperando la llegada de su alimento; sus padres volaban en círculos por encima, chillando en señal de desaprobación por mi breve intromisión. Fotógrafo: Craig Murdoch